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Situada en medio del Atlántico, Madeira es una opción ideal para el relax de toda la familia por su suave clima, su exuberante naturaleza y su tranquilidad. Las islas de Madeira y Porto Santo son el refugio ideal para los amantes de la naturaleza y de la calma. Su clima primaveral, que se disfruta todo el año, hace que el principal atractivo de las islas sea su profusa vegetación con mil flores que llenan de colorido todo el archipiélago. Además de la infinita paleta cromática de sus flores, posee el mayor bosque de laurisilva del mundo, único resto del bosque que en el pasado se extendía por toda Europa. Considerado un referente en biodiversidad, posee numerosas especies vegetales y animales endémicas. Madeira es, con su prístina naturaleza, el paraíso idóneo para realizar numerosas actividades al aire libre ya sea por tierra, mar o aire. Las rutas de senderismo que podremos hacer entre caminos y levadas -canales de agua que horadan el bosque- harán las delicias de los incondicionales a la naturaleza, ya que en Madeira se conjugan los paisajes tropicales con las características de los mediterráneos. Podremos dejar la isla a nuestros pies subiendo a los picos de Areeiro y Ruivo donde, más allá de las nubes, tendremos unas increíbles panorámicas. Para los buceadores, la gran variedad de fauna marina convierte en un privilegio poder descubrir las deshabitadas Islas Desertas y las Selvagens, el último refugio atlántico de la foca monje. También podremos realizar pequeños cruceros donde avistaremos desde delfines hasta cachalotes, y disfrutar de un buen número de playas paradisíacas y de las mejores piscinas naturales de lava del mundo, como las de Porto Moriz.

Visita obligada en Madeira es su capital, Funchal, que, junto con su bahía, fue parada previa de los conquistadores y descubridores portugueses en sus rutas comerciales. El legado de esta época queda reflejado en su casco histórico, en su Catedral, en la iglesia de San Juan Evangelista y en el Museo de Arte Sacro. Su icónico puerto -donde podremos degustar la mejor gastronomía portuguesa y el Mercado dos Lavradores- son imprescindibles. La desbordante naturaleza del archipiélago se manifiesta en Funchal en sus parques, jardines y zonas verdes: el Jardim Municipal y el Parque de Santa Catarina constituyen dos buenos ejemplos.

La apacible y tranquila isla de Porto Santo, más conocida como “Isla Dorada”, nos recibirá con sus fantásticas playas de arena fina y sus aguas color turquesa en las que podremos relajarnos o practicar deportes náuticos como el windsurf o el kitesurf. En su pequeña capital, Vela Baleira, visitaremos la Casa Museo de Cristóbal Colón en la que estuvo alojado mientras preparaba su hazaña, y que junto con los fabulosos azulejos que adornan la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, merecen una visita.

La gran belleza de Madeira se mimetiza en majestuosos escenarios donde el ritmo es más lento y tranquilo. La gran variedad de actividades que nos ofrece, junto con sus playas y piscinas naturales, hacen de estas islas un destino a tener muy en cuenta.

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